Tras el anuncio de la próxima inclusión de Marco Lucchinelli y Kenny Roberts Jr., el número de MotoGP Legends se elevará hasta 26. Sin embargo, es una lista sin un criterio definido y con muchas y notables ausencias: son ‘Las otras leyendas de MotoGP’. Curiosamente, y aunque podrían ser muchísimas más, también han salido 26, divididas en cuatro subgrupos.
En primer lugar, ‘El club de los tetracampeones’, aquellos pilotos a los que alcanzar la nada desdeñable cifra de cuatro títulos mundiales no les ha servido para recibir el honor de ser considerados leyenda de forma oficial.
Después, llegaron ‘Los primeros reyes de 500cc’, una manera de recordar a los cuatro campeones de la categoría reina ‘olvidados’ en el Hall of Fame del mundial de motociclismo.
La tercera entrega fue dedicada a los ‘Pequeños campeones inolvidables’, pilotos con al menos un título mundial pero que por unas u otras razones tienen un lugar especial en la historia de las dos ruedas.
Por último, y para evidenciar que los mitos no necesitan aparecer en el palmarés histórico del mundial de motociclismo, nos ocupamos de aquellos cuyos nombres son perfectamente reconocibles para los aficionados pese a no haberse hecho nunca con un trofeo de campeón del mundo.
En el corazón de la afición
A lo largo y ancho de la historia del mundial de motociclismo se han dado casos de pilotos icónicos que, sin necesidad de conquistar el título, se han ganado el corazón de los aficionados por diversos factores.
El carisma no se compra ni con títulos, el carisma se tiene. Y se transmite. Y hay pilotos que han sabido transmitirlo por su forma de pilotar o incluso por su gran simpatía al bajarse de la moto. También hay pilotos cuya falta de títulos puede atribuirse a la coexistencia con otras leyendas más grandes aún.
Como sucedía en la anterior entrega, la lista podría extenderse tanto como quiera cada uno, pero se ha tratado de hacer una selección representativa con estos ocho pilotos:
Con permiso de Max Biaggi, el nombre de Randy Mamola es el que más suele aparecer cuando se anuncia la inclusión de un nuevo piloto en el Hall of Fame de las MotoGP Legends. Y eso no es otra cosa que la mejor prueba para demostrar que, en la retina –donde su salvada de Misano 1985 está grabada a fuego- y el corazón de los aficionados, la posesión de un título mundial es algo secundario.
Mamola fue cuatro veces subcampeón del mundo de la categoría reina –sólo superado por Valentino Rossi, que lo ha sido cinco veces-; y lo fue con tres marcas distintas. En los trece años que estuvo en el mundial sumó 13 victorias y 57 podios. Pero quizás no sea tanto el ‘cuánto’ sino el ‘contra quién’. Porque, para ver la medida de un subcampeón, hay que fijarse en quién le ganó.
Sus dos primeros subcampeonatos llegaron con Suzuki: ante Kenny Roberts en 1980 y ante Marco Lucchinelli un año más tarde. El tercero, con Honda, fue en 1984 por detrás de Eddie Lawson; y el último, ya con Yamaha, en 1987 frente a Wayne Gardner. Después se fue a Cagiva en lo que fue su declive, pero tuvo tiempo de subir al cajón con una cuarta marca distinta.
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El brasileño Alex Barros no necesita tener un título para ser considerado por muchos como el mejor piloto de la historia de Sudamerica, con permiso de los venezolanos Johnny Cecotto y Carlos Lavado. Desde Wayne Rainey hasta Valentino Rossi, pasando por Kevin Schwantz y Mick Doohan; Alex Barros se batió el cobre con los grandes mitos de los noventa y comienzos del presente siglo. Y les ganó en más de una ocasión.
Concretamente, siete veces. Cuatro en 500cc y tres en MotoGP. Durante dos décadas corrió para infinidad de marcas, y en apenas dos años había saltado de 80cc al medio litro con Cagiva, con la que logró su primer podio. Ganó con Suzuki y con Honda y también hizo podios con Yamaha y Ducati, teniendo como punto álgido el final de la temporada 2002.
Aquel año, coexistían las dos y cuatro tiempos. Barros pasó toda la temporada con la vetusta NSR500 del Honda Pons, que no tuvo la flamante RC211V hasta que faltaban cuatro carreras. Barros se subió a ella y batió a Rossi en Motegi. Fue tercero en Sepang, segundo en Phillip Island y cerró el año volviendo a ganar en Cheste. Acabó cuarto en el mundial, puesto que repitió en cinco ocasiones. Se retiró en 2007 con siete triunfos y 32 podios.
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Durante 21 temporadas (1958-1978), el australiano Jack Findlay compitió en el mundial de motociclismo. Un hecho que en la actualidad, donde los pilotos son atletas, quizás no sorprenda tanto, pero que en su día era una absoluta excepción. De hecho, durante décadas mantuvo el registro de más carreras disputadas.
Aunque corrió alguna prueba suelta de 50cc y 125cc, se prodigó especialmente en 250cc, 350cc y 500cc; compitiendo con marcas como Norton, Mondial, Matchless, Bultaco, Yamaha o Seeley, entre otras. Sin embargo, sus tres victorias llegaron con la Suzuki de medio litro, y en escenarios tan míticos como el GP del Ulster en 1971 o el TT de la Isla de Man en 1973.
Sin embargo, y pese a no ganar ninguna carrera, su mejor temporada fue 1968, donde corrió con Matchless y Cardiano, sumando seis podios y acabando como claro subcampeón. Si no pudo ganar fue, sencillamente, porque las diez pruebas de dicho año tuvieron idéntico vencedor: Giacomo Agostini. Se retiró tras un 1978 en el que no logró puntuar, con tres victorias y 25 podios.
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Mucho antes de Randy Mamola, el mundial de motociclismo ya tenía un mítico eterno segundón: el británico John Hartle, que en su trayectoria en el mundial (1955-1968) sumó tres subcampeonatos y cinco terceras posiciones finales, siempre en 350cc o 500cc. Sobre todo, destacó en las míticas Isla de Man y Ulster GP, donde se produjeron sus primeras inclusiones mundialistas.
De hecho, en 1956 acabó tercero en la general del medio litro –tras John Surtees y Walter Zeller- participando sólo en esas dos pruebas, siendo segundo en la isla y ganando en el norte de Irlanda, ambas con Norton. En 1958, ya con MV Agusta, fue más allá y logró ser doble subcampeón en 350cc y 500cc, topándose con el inabordable Surtees en ambas categorías.
John Surtees fue su gran bestia negra. Todas sus segundas y terceras posiciones finales tuvieron al mito británico como campeón, excepto su tercer puesto final en 1963 con Gilera, donde logró una victoria y dos segundos puestos para acabar tras sus compatriotas Mike Hailwood y Alan Shepherd. Se retiró a finales de 1968 tras subir al podio en el Ulster, su 34ª presencia en el cajón, de las cuales cinco fueron victorias.
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Avanzamos casi medio siglo en el tiempo para encontrar a otro gran subcampeón de la clase reina: el español Sete Gibernau. Pese a que inició su andadura mundialista en 250cc, sólo disputó un año completo antes de saltar al medio litro con el Rainey Yamaha en 1997, donde tras un año de adaptación se fue al Repsol Honda.
Allí estaría tres años antes de irse a Suzuki, logrando su primera victoria en Cheste 2001. Tras dos años en la casa de Hamamatsu volvió a Honda en 2003, donde viviría sus mejores años. Allí, se convirtió en la primera gran némesis de un Valentino Rossi que hasta entonces parecía inabordable y, pese a no conseguir arrebatarle el título, demostró que se le podía ganar.
Fueron dos subcampeonatos consecutivos, cincelados a base de triunfos y segundos puestos, ejerciendo una presión constante y obligando a ‘Il Dottore’ a subir su nivel. Si la grandeza de un campeón se mide por el derrotado, Sete hizo inmenso al mejor Vale. Tras retirarse en 2006 volvió brevemente en 2009 antes de colgar el casco definitivamente, con un palmarés de nueve victorias y 30 podios.
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Si hablamos de carisma, el nombre de Norifumi Abe es indispensable en esta lista. Todo un mito del motociclismo moderno por su peculiar estilo y su sempiterna sonrisa; que nunca dejó a nadie indiferente desde su sorprendente irrupción en Suzuka 1994, cuando puso contra las cuerdas al vigente campeón Kevin Schwantz, y al que lo sería ese año, Mick Doohan. Su caída final no empañó su rompedora aparición.
Tras correr aquel día con Honda, toda su trayectoria estaría ligado a Yamaha, donde dos años después saldó la deuda con Suzuka al lograr allí su primera victoria mundialista, rumbó a una quinta posición final que haría de 1996 el mejor año global; acabando por detrás de pilotos del nivel del propio Doohan, Álex Crivillé, Luca Cadalora y Alex Barros.
Se fue del mundial en 2004 con tres victorias (dos de ellas en Suzuka) y 17 podios, unos números que no hacen justicia a lo que significó Norick para el mundo del motociclismo, que cada 7 de octubre recuerda y maldice al camionero que en 2007 sesgó su vida en un giro prohibido en las carreteras niponas.
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Por desgracia, el nombre del italiano Renzo Pasolini evoca directamente a la tragedia de Monza en 1973, donde falleció junto al prodigio finlandés Jarno Saarinen. Sin embargo, es de justicia recordar que, antes de su fatal desenlace, ‘Paso’ había sido uno de los grandes nombres de las categorías intermedias durante los años previos, llegando a alcanzar seis victorias y 35 podios.
Aunque en conjunto sus mejores resultados fueron en 350cc –siendo subcampeón en 1968 tras Giacomo Agostini y tercero en 1966, 1970 y 1972-; su mejor oportunidad para llevarse el título tuvo lugar en 250cc, precisamente en ese 1972. Por aquel entonces contaban los siete mejores resultados, y con tres victorias y cuatro segundos puestos, se quedó a un solo punto de derrotar al prometedor Saarinen.
Lo sucedido al año siguiente es bien sabido: Monza acogía la quinta prueba del año, donde Pasolini llegaba con apenas un tercer puesto en la cita inaugural, mientras Saarinen dominaba con mano de hierro tanto 500cc como 250cc. En Italia, Pasolini cayó y Saarinen no pudo esquivarle, falleciendo los dos en un accidente con hasta 14 pilotos implicados.
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Madrileño de nacimiento y bilbaíno de adopción, Santi Herrero estaba llamado a derribar todas las fronteras del motociclismo español. Tras ser campeón de España de 250cc en 1967, saltó al mundial con Ossa al año siguiente, llegando a subir al podio en la cita final de su temporada de debut, en la que acabó en la séptima posición final.
1969 iba a ser su año: tres victorias, un segundo y dos terceros puestos (uno de ellos en la Isla de Man) en siete carreras le colocaban como máximo favorito al título del cuarto de litro; dado que sólo contaban los siete mejores resultados… pero una rotura de brazo le complicó mucho la temporada. Aun así, llegó a la prueba final en Opatija dependiendo de sí mismo para ser campeón… hasta que se puso a llover cuando iba líder, piso una línea blanca y se fue al suelo.
Terminó tercero en la general tras Kel Carruthers y Kent Andersson, pero con la sensación de poder convertirse en el primer campeón español del cuarto de litro. Tras abandonar en Alemania, la segunda posición en Francia y el triunfo en Yugoslavia le colocaban líder antes de la cita de la Isla de Man, donde sufrió un grave accidente al colisionar con Stanley Wood, falleciendo dos días después a los 27 años de edad. Una efímera carrera en la que sumó cuatro victorias y once podios, con la certeza de que hubieran podido ser muchísimos más.
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INFO:http://www.motociclismo.es/mundial-motogp/articulo/otras-leyendas-motogp-4-corazon-aficion